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centro journal • volume xxxiii • number iii • fall 2021
Con estas palabras Meléndez coloca Cuentos para fomentar en el turismo en el canon literario y le otorga una posición central y segura en el mismo.
Para esos mismos años René Marqués, en el prólogo a su importantísima antología, Cuentos puertorriqueños de hoy (1959), ya comenzaba a otorgarle cierta relevancia a los cuentos de Belaval, aunque no los asociaba con los gustos y los objetivos de los narradores de su propio grupo cuya obra recogía en esta muestra:
El enfoque irónico de Nemesio Canales también habría de influir, a nuestro juicio, en algún otro escritor de esa generación que ha cultivado con éxito la ironía. Pensamos de inmediato en Emilio S. Belaval con sus Cuentos para fomentar el turismo. Esta vena irónica no resulta, sin embargo, característica del grueso de la expresión literaria en los años que nos ocupan. (1959, 13)
En 1972 Flavia Lugo de Marichal publica un estudio dedicado por entero a Cuentos para fomentar el turismo. Este fue originalmente la tesis que la autora presentó para obtener el grado de maestría en la Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Por ello tiene todos los rasgos típicos de estos ejercicios académicos. Además es una lectura hecha a partir de las ideas de la estilística y la teoría de las generaciones, herramientas críticas dominantes en esos años en la academia boricua y en el mundo hispánico en general. Lo que más importa en el momento de este trabajo es que su autora se limita al estudio de los nueve cuentos que se recogen en la segunda edición del libro (1967). Pero la autora apunta en la bibliografía de su trabajo que el autor publicó varios otros cuentos con el título general de “Cuentos para fomentar el turismo” en la revista Puerto Rico Ilustrado entre 1939 y 1940. Lugo de Marichal establece que la edición de 1946 es una selección de “los diez cuentos que él considera los mejores” (1972, 30). Dos de los incluidos en el libro no aparecieron originalmente en la revista. En la edición de 1967, la que emplea Lugo de Marichal, Belaval elimina un cuento, “Un desagravio al cabrón del Barrio Juan Domingo”, por considerar que trata un tema escabroso. Parece ser que la crítica de Pedreira a los Cuentos de la Universidad repercutía aún entonces y provocaba la autocensura en Belaval. Pero la edición de 1977 y las posteriores vuelven a incluir ese cuento. Como más tarde veremos, el número de cuentos